El visitante

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Apareció entre los vapores azulados del helio vestido a medias con una túnica blanca que dejaba entrever el torso. Su barba espesa amarilleaba y su piel mostraba un cansancio de siglos en su textura cuarteada y en los huesos, ondulando el relieve del hambre. A pesar de lo estruendoso y humeante de su llegada, la escena había pasado desapercibida para los transeúntes que siguieron a sus cosas, a sus tareas, con el paso a sus destinos temporales o definitivos. Alguno de ellos tuvo que percatarse a la fuerza de la presencia de la capsula metálica humeante, pero tal vez debió de intuir problemas inminentes en la atención prestada al evento. Mejor seguir de frente y con paso fingidamente decidido. Cuántas veces se ha oído que un leve inciso en el trayecto al trabajo, en la vuelta a casa, en la ruta planificada puede cambiar destinos irremediablemente en forma de amor inconveniente, de atraco o violencia con riesgo de muerte. Mejor no parar. La vida pasaba así, entre seres autómatas que se desplazaban en solitario de un lado a otro de las calles y avenidas de la Gran Ciudad. El espacio conquistado por la soledad compartida.
Su garganta carraspeó precediendo a una voz grave y reverberante. El cambio de registro vocal era un aspecto muy trabajado por el Creador en sus androides emisarios. A fin de cuentas tenían que llevar su mensaje en diferentes situaciones y espacios. En esta ocasión hacía falta un sonido contundente que atravesara la Avenida Principal poblada de gente a aquellas horas.
-He venido a comunicaros que en breve seréis llamados a juicio por el Creador. Su descontento es creciente y desborda ya una paciencia, la suya, que todos creíamos infinita. Se os acusa -prosiguió- de haber aniquilado el espacio vital que os ha sido concedido, de no haber sido capaces de organizaros de una forma que hubiera permitido repartir las riquezas y parabienes que se os han regalado. Se os acusa de ser unos idiotas sin remisión incapaces de ver más allá de las tres dimensiones de ilusión en que se os figura la vida. No habéis hecho caso de las múltiples advertencias en forma de mil penurias que se os han hecho llegar. Se os acusa de un egoísmo integral podrido entre soberbia y materialismo que os ha llevado a una infelicidad extrema... Uno por uno habréis de responder ante Él. Los abogados celestiales son todos de oficio, así que no penséis en triquiñuelas de juzgado de república españ... perdón, bananera. Id preparando vuestro pliego de descargo porque el juicio será en breve...eve...eve.
Si hubiese existido una cámara cenital que hubiese registrado la escena desde el aire se hubiera visto un incipiente y repentino meandro de curso semicircular frente al emisario que desviaba el río de personas que atravesaban la avenida en uno y otro sentido, todos en la misma dirección: ninguna.
Después del último sonido del eco de sus palabras, ya difuso, se hizo un silencio absoluto sólo roto por la fricción de los zapatos contra el pavimento. Por un momento pareció que el mundo se iba a parar en un acto reflexivo desconocido hasta la fecha, la gente detuvo su marcha y hasta parecía que contenían la respiración en un acto de generosidad hacia el prójimo, puesto que los niveles de oxígeno andaban en sus cotas más bajas desde el inicio de la crisis -el presupuesto escaseaba para el mantenimiento de los bosques artificiales-. Este inciso de esperanza se quebró contundentemente con un grito uniforme y hermanado que surgió desde el bar ubicado en una de las esquinas de la Avenida Principal... -Gooooooooool, gooooooool. El grito se esparció entre los transeúntes en una profusión de abrazos, saltos y caras desencajadas. El FC Granciudadano había marcado un gol de penalti que lo proclamaba como campeón interplanetario por trigesimoséptima vez consecutiva. Acto seguido la escena prosiguió sin novedad alguna. Gente ensimismada, más acelerada ahora, por el tiempo perdido en la celebración.
El emisario, visitante interplanetario de profesión, volvió resignado sobre sus pasos al tiempo que pensaba en dar una patada celestial al planeta que le había tocado en mala suerte custodiar, sacarlo de órbita y que se le asignara otro en alguna galaxia lejana. Cuando llegó a la cápsula metálica tenía una multa en el parabrisas.

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