La huída (y otras gaitas)

Hace ahora un año que andaba jugando con unos cuantos versos, una guitarra y una pedalera de efectos. Me salió La huída y la idea, intuición o creencia firme, de que podía intentarlo también con otros poemas que ya tenía escritos o a medio escribir. Puede ser que no fuera buena idea. No dispongo de los conocimientos ni las destrezas musicales. Ni de los medios técnicos para grabar canciones con un mínimo de calidad, porque eso era al final lo que pretendía hacer, canciones. Quién no ha querido hacer una y cantarla alguna vez. Yo sí. Creo que desde que tengo uso de razón. La música ha movido siempre los ritmos de mi vida y lo sigue haciendo pasados los cuarenta. Empecé a escribir poesía copiando letras de canciones y siempre he buscado la melodía interna de las palabras, la composición rítmica de los versos, también de los textos en prosa. Pero no fue hasta La huída donde me percaté de la forma en que quería combinar versos y canción, poesía y música (ya me disculparán poetas y músicos). Así que sirva este videomontaje de fotomatón grabado a una sola toma como regalo de aniversario a esta canción que no pasa de maqueta casera, pero que a mi me da el espacio y el paisaje sonoro donde se mueven mis versos. Una maqueta de una improbable canción. Una intuición de probable libertad creativa.








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